lunes, 23 de enero de 2012

El paso del tiempo


El viernes cené en San Marcos en la gala donde se dan premios a una serie de empresarios del CEL que de alguna manera han sobresalido este año. A mi lado estaba Eva y en la conversación me dijo que "ella vivía cada momento apasionadamente". Me miré a mi mismo y me vi con 44 tacos muy pequeñito, con mucha ilusión, pero pequeñito. Y volví a caer en la cuenta que no importaba, que lo que realmente vale la pena es estar en ese momento con esa persona, que no hay más: que lo trascendental es la influencia positiva o negativa que hayas ofrecido ahí, en ese mismo momento. Y, entonces, sí, todo vuelve a valer la pena porque esa persona sí se lo merece. En esto consiste en vivir la santa pureza, en tener el corazón libre para todos los afectos buenos; en tener el corazón grande para que ninguno se te escape.

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