lunes, 30 de junio de 2014

Logro


Pancracio quiso estudiar derecho y ser abogado. Quiso ser abogado para ganar dinero y comprarse una casa y fundar una familia. Quiso fundar una familia para ser el líder de su tribu. En la cama, moribundo, sólo alcanzó a decir: “planifiqué mi vida a largo plazo y se me olvidó vivir el momento. Porca miseria.”

viernes, 27 de junio de 2014

Influencia


Cristina pensó que su entorno le era hostil. Decidió cambiar el ambiente y, pronto, se convenció de que era imposible. Leyó una noche a Calderón de la Barca y se compró cuatro máscaras: una para usar en el trabajo, otra, para cuando estaba con su familia, otra para cuando iba al gimnasio y otra para ponérsela con sus amigas. Al día sólo andaba sin máscaras cinco minutitos, los que usaba para pintarse las uñas.

martes, 24 de junio de 2014

Maslow


 Rebeca subió un escalón, comió. Subió otro escalón, tuvo un hijo. Subió un tercer escalón y empezó a trabajar. Subió otro escalón, le dieron un viaje de premio a Benia de Onis. Subió un último escalón y alcanzó la cima: y allí vio las montañas repletas de escaleras y de gentes que subían y subían y alcanzaban la cima y veían  montañas cargadas de escaleras y de gente que subían y subían y así eternamente.

lunes, 23 de junio de 2014

Estado de flujo


Sonia entra en estado de flujo. Se encierra en su habitación y se olvida de comer y de hablar con sus amigos. Ya no sale como siempre a hacer la compra ni a ir de tiendas. A los cinco años se la ve salir de casa. Sonriente, transformada. La piel radiante, los ojos iluminados. Bajo el brazo una novela que dejaría estupefactos a críticos y lectores. A partir de entonces ya nadie se atrevería jamás a volver a escribir.

jueves, 19 de junio de 2014

Esfuerzo

Se esforzaba continuamente; iba y venía de aquí para allá sin parar. Sudaba. Estaba cansado. Vivía tensionado. Toma tranquimacín. Tanto correr, se decía, dará sus frutos. Pobre, no sabía que era un conejo de carreras de galgos y que la meta sólo la alcanzaba uno.


lunes, 16 de junio de 2014

Expectativas

A Gertrudis la habían propuesto escribir sobre la educación de los hijos. El grado de excelencia que había conseguido en sus clases en la Universidad de Oviedo había llegado a oídos de la Editorial Eolas. Los cinco años siguientes los dedicó a escribir y a dar conferencias por todo el país. A todo el mundo le sonaba bien lo que decía: “qué interesante”, comentaban, “qué bien me viene a mí esta idea”. Dedicó tanto tiempo al tema que se olvidó de sus tres hijos. 


jueves, 12 de junio de 2014

Cómo me motivo

Esta semana leí un libro titulado "Las claves de la motivación", de Antonio Blanco Prieto. He escrito microrrelatos de los conceptos importantes del libro.

Las claves de la motivación

Metas

Su vida se había convertido en un borrar las “tareas” que se había marcado en las “Notas” de su móvil. Por la noche llegaba a casa corriendo y las repasaba: borraba, borraba, borraba. “Lo hice, lo hice, lo hice”. Un día, su mujer, por un descuido, le borró a él de las “Notas” de su móvil, y desapareció.







lunes, 9 de junio de 2014

La verdadera historia de Caperucita roja

Me dice mi madre que vaya a ver a la abuela. Vaya rollo. Es que cada vez que me ve me da mil besos y además pincha. Lo malo es que sólo tengo doce años y tengo que obedecer siempre a mamá. ¿o no? Bueno, me pondré el ridículo gorro rojo que me ha hecho en el taller de “cose, cose”, donde las señoras sin oficio ni beneficio van a pasar el rato, e iré a ver al coñazo de la abuelita.

Vaya, un lobo. Parece medio lelo y además por un ojo yo creo que no ve nada. Y se dirige a mí, qué curioso. Un lobo que habla.

-¿A dónde vas, criaturita de Dios?

-A tí que te importa.

-¿No irás a ver a tu tierna abuelita?

-Pues sí, ya ves, haciendo familia.

-¿Y dónde vive tu adorable abuelita?

-Vaya, vaya, nos ha salido curiosón el lobo. Ya sabes que a la curiosidad se la comió el gato.

-Bueno, bueno, ¿no me dices entonces dónde vive?

-Ni de broma, anda ya. Me voy.

Y sigo mi camino tan pancha dejando a ese rarito lobo a mis espaldas.

Lo que no ve Caperucita Roja, que así se llamaba la niñata, es que el lobo la ha seguido sin que ella se diera cuenta y que por el camino donde ella va, a lo lejos, divisa la casa, sin duda de la abuelita. Corto ni perezoso, abre una ventana con intenciones torcidas cuando le detiene estupefacto la visión de la abuelita, con ochenta años, con el pelo blanquísimo, que le apunta con un rifle de caza:

-¿A dónde vas, Barrabás?

Y al terminar estas palabras, le dispara a quemarropa y destroza al lobo. Toda la habitación se llena de sangre lobuna. Caperucita, silvando  -“Fue mujer serena hasta en el instante de entregarse presta a sus amantes,  es tiempo de llanto, es tiempo de duda, de nostalgia y de su locura”- entra en la casa de la abuela y se hace una idea rápida de lo que ha pasado.

Cabreada, porque han matado al lobo con quien mantuvo recientemente una conversación, corta pero sustanciosa, saca su tirachinas y dispara a la abuelita en la cabeza, produciéndole una hemorragia interna que causa la muerte fulminante. Eso es lo que dirá el forense más tarde, “muerte fulminante”. Muerta de miedo por lo que ha hecho y pensando en la regañina de su madre, Caperucita se suicida tomándose unos barbitúricos que encuentra en el botiquín de la vieja.


Moraleja:

Las cosas no son como nos la han contado
Pues la realidad cotidiana es muy cutre
Y embellecer es oficio de artistas
De escritores, poetas, de ahí se nutre

Lo que nos parece hermoso de tu mente deja de lado.



lunes, 2 de junio de 2014

Este es mi barrio


Salgo del portal de casa y me detengo. Hoy no quiero que sean mis pensamientos los que me dirijan al trabajo sino contemplar, como por primera vez, mi barrio. Y así, parado, miro a mi derecha. Ante mí se alzan árboles, verde y, al fondo, edificios. Lo que veo al frente me indica que estoy en una calle relativamente comercial; en el bajo del edificio marrón de seis plantas donde nunca, por cierto, se ve a nadie. Fremap (antigua Mapre) me recuerda que el orden de las palabras no altera el significado. Respiro hondo y comienzo a andar tranquilo hacia mi izquierda, así, sin prisas.

Doy unos pasos y el piar de unos canarios se confunde con el olor a ibérico y pata negra. Me distraigo con el grito poderoso de un energúmeno: “¡Sinvergüenza!”. Por lo visto, otro conductor más hábil le quitó el sitio. El injuriado conductor, al margen del mundo, recorre toda la calle para pagar en la oficina de la hora. Toda esta parte de la derecha de la calle está abarrotada de coches.

A la vez que rememoro el aroma a jamón, me tropiezo con otro olor, esta vez menos agradecido e inconfundible: ahora huele a sudor, qué asco, y es que, a pesar de ser lunes, miles y miles de individuos entran y salen del gimnasio: entran sonrientes, silbando, y salen agotados y pesarosos. Oigo sus conversaciones y me pregunto de qué planeta viene esta gente:

-¿Qué tal te fue el Zumbafitness?
-Yo me apunté al Body compact.
-Pues yo al Body pumb.

Mientras medio me mareo pensando en estas artes, me alivio pensando que en la otra acera hay gente normal, que desayuna tranquila y compra pan recién horneado en la tienda de al lado. Sigo andando y decido comprar una cajita de aspirinas. Cualquiera de los dos hermanos me atiende con razonable eficacia.

Salgo de la farmacia y, de repente, me encuentro en otro mundo: ¡es la invasión China!, me digo. En mi acera hay un gran bazar, que me anuncia rebajas del 30% y enfrente está la Academia de Magia, donde Zuan Xen imparte clases los viernes por la tarde. Al lado, se erige el Dragón Rojo, un enigmático restaurante chino, en el que, durante los diez años que llevo viviendo en esta zona, nunca he visto entrar nadie allí. Sigo andando y qué me espera: pues sí, otro bar, que para algo somos españoles y necesitamos relacionarnos y hacer networking: bullicio, risas, algunas ojeras y olor a café recién servido. Ahora mi vista cruza la calle y se encuentra con el azul de la tienda azul de ropita de niños. Eso sí, azul esperanza, que, como esto siga así, será lo único que dejemos a las nuevas generaciones.

Y ésta es mi calle, cargada de magia y misterio oriental, con sabor a pan recién hecho, a jamón exquisito y a sudor deportivo, con edificios marrones de los años ochenta, que, en sus bajos, albergan salud, seguros y relaciones.


Este es mi barrio, y por muchos años.